Como mínimo, bipolar.

El fin de semana pasado, era la tía más feliz del planeta con mi última obsesión personajil adquirida. Con la alegría viene acompañada de algo de melancolía porque sabía que no era real, pero no importaba. Era genial y eso lo valía todo.

Llega el lunes y le digo toda ilusionada al Apestoso que me he enamorado de un personaje, y empieza el juego de coqueteo de haber quién será, pero no se lo digo, me da vergüenza. La alegría inicial va bajando.

Llega el martes y con las sensaciones pasadas, decido que quiero más de lo que tengo y empiezo a rallarme porque no tengo todo lo que deseo. Quiero estar sola y completamente soltera, quiero que me dejen en paz. El miércoles, el asunto se pone peor (aunque intentan parar mi caída, esta sigue a adelante). Le digo al Apestoso que hablamos el lunes que viene (dejándome unos días sola para aclarar mis ideas).

Llega el jueves a la tarde... peto, descargo y hablo con él aclarando muchas cosas, y avisando de futuros problemas a solucionar. Las cosas se calman por mi parte y se alivian por la suya. Mi mente descansa y duerme poco, pero bien.

Llega el viernes y las endorfinas deben estar bailando, animada y alegre, estoy todo el rato en el trabajo tarareando la canción de Barrio Sésamo. ¿Que se va la luz y me jode el trabajo no guardado? No importa, ya lo volveré a hacer.

Llega el sábado y me cae el mundo encima (las endorfinas se han ido a Burgos con mi madre). Como no estoy chof, decido que hay que luchar, cambia mi carácter a distante, borde, hijo puta y con mala hostia. El hecho que se me cruce alguien por el camino que no conoce mis cambios bruscos de humor, no impide que siga atacando, hay que evitar la caída.

El domingo... a saber, no quiero ni pensar cómo va a ser hoy.

Recordad: Morded o Seréis Mordidos

Comentarios