Cama nueva.
Después de compartir mis noches y parte de algunos días con cama durante casi 19 años, mi peso, mis abusos (en un sentido y otro) y el tiempo, han hecho mella en el pobre mueble y toca cambiarlo (aunque me de una pena de mil cojones). Después de retrasarlo todo lo que he podido, hubo un momento en el que mis padres me pusieron entre la espada y la pared (o mejor dicho el IKEA) y empezó la caza de brujas, o en este caso de camas. Empezamos, cómo no en la tortura del IKEA en el cual a parte de 4 alfombras, 15 bombillas, 2 estantes para cocina, 1 porta-retratos para el osito, 2 bol-maceteros, 4 enchufes con tiempo de esos y mil cosas más, salimos sin la dichosa cama. No conformes con eso, empezamos a chafardear todos los polígonos de muebles que había en la zona y una vez acabada, nos fuimos a otra zona saltando de tienda en tienda con siempre el mismo problema: tenía sólo 193cm para meter la puta cama. Finalmente, nos fuimos a la tienda habitual donde mis padres suelen hacer los muebles