El sobador.
Estaba yo el otro día yendo para las prácticas, cuando me pasó algo curioso, es más lo considero curioso y no estoy cabreada, porque desde la última vez que me pasó hasta ahora las cosas han cambiado y ya no me dan miedo este tipo de gente. Había salido de la renfe y entré en el metro que tengo que hacer una estación con la L1 de Fabra i Puig hasta Sagrera, para pillar la L5 (Azul) que me llevará a Sants. La L1, es característica por ser una maldita lata de sardinas, y ese día como cualquier otro, has de hacer tripas corazón para entrar y aguantar una maldita parada para volver a respirar. Una vez estaba dentro del metro, me choqué con un hombre que intentó ponerse más cómodo, y bueno, hubo un intercambio de sonrisas de disculpas, y de "dios qué tortura". En ese momento, no caí que estuvera rozando mi mano, seguramente a propósito, pero como estaba encajonada y agarrando la mochila, ni me molesté, ni la pude apartar, ni le di importancia. Se abren las puertas, y salgo corrien