Un fin de semana cualquiera

Cuando paso un fin de semana como el que he pasado, al sentarme frente a esta pantalla, con la música de fondo, realmente no sé que contar: si mis experiencias, las anécdotas, los malos momentos, todo en conjunto o simplemente lo que he aprendido de ello. Así que en momentos como éste, es mejor hacer una mezcla de cada uno de los diversos puntos e intentar que salga un 'si sale con las patas coloradas' (palabras textuales de mi madre).

Empecé con un sábado muerta de sueño, yendo hacia el apartamento del familiar que tengo más manía: es el hermano mayor de mi padre, o sea, mi tío. Un hombre que de joven era un ligón nato y ahora un católico obsesivo, tanto ha llegado su obsesión, que ha metido de pleno a su hijo en el Opus Dei. Como consecuencia, el chaval ahora ha hecho voto de castidad y el padre cree que es homosexual (sin comentarios).

Bien, pues después de dos horas de conducción (obviamente conducía yo), en el que iba: incluido hora y media de caravana, un ataque de histeria de mi madre y sin olvidar que cada vez que pasaba los 110 km/h (por la autopista) me gritaba. Una experiencia que le recomiendo a todo el mundo que tenga ganas de pasarlo mal. Llegamos allí, esperamos a que llegara el resto de la familia y nos fuimos a la playa.

La playa, no me quemé si es que os lo preguntáis. Ahora recuerdo porqué dije que nunca más a esta zona: sucia, la arena se te mete por cualquier lado, agua demasiado turbia, piedras en el sitio más inoportuno... etc, etc, etc. Digamos que la hora que estuvimos entre agua y tierra, fue de lo más variopinta, sucia y curiosa. Uno de mis tíos obsesionado por vengarse porque le había tocado con un dedo (ejem), a mi primo no entendía que tenía que coger un pollo al as y se puso a imitar a una gallina (ejeeem), mi tío (el ligón) intentando volver a mi hermano y a mi primo al estilo de ligón que era él de joven (EJEM) y dándoles trucos como: que regalar flores o invitar a horchatas, hace que las tías se derritan por vosotros (EJEEEEEEEM).

Sigamos, después al llegar al apartamento nos tocaba comer paella (llamémosle sopa llena de cosas y de arroz pasado e insípida), sinceramente con un cuarto de plato tenía más que suficiente, más vale pasar hambre que tener una indigestión (digo yo). Más tarde, buscando algún sitio donde estar en silencio y medianamente fresco, el silencio era imposible, si no era uno hablando del pasado es el otro hablando de la política católica de tal sitio y mezclada con un toque de nacionalismo (catalán obviamente) y sus opiniones más bien extremistas. Desesperación. Pura desesperación.

La tarde-noche, no fue mucho mejor, notar como mientras daban clases de transformar a mi hermano y a mi primo delante de mi presencia decir que las mujeres son solo 'objetos sexuales que sirven para ligar y coleccionarlos', creo que fue el colmo y mi mala ostia llegó al límite. Por suerte, el día se acababa y nos marchamos a casa, estaba agotada, tan agotada que tardé mucho y poco en dormirme (dos intentos, en el primero me levanté y al segundo me quedé frita...).

Llega el domingo, ahora me toca enfrentarme a la familia por parte de mi madre, normalmente, me suelo llevar mejor con esta franja, las desgracias la han marcado y la falta de aquellas personas que tanto apreciaba han probocado que mis lazos afectivos estuvieran mucho más amarrados.

Llegamos y me encuentro que el primo de mi madre, que de joven era el peor trasto de su pueblo, que creían que acabaría peor que Bin Laden (digo en maldades eh?), es un psicólogo hiper-sabio, fraile y que está en Venezuela ayudando a la gente. Nadie se esperaba que llegara tan lejos, una persona que solamente cruzando cuatro palabras ya irradiaba sabiduría hasta por los poros, algo impresionante, es agradable saber que aún existe gente como él.

Además de este hombre estaba su hermana pequeña, el hijo de esta mujer (un fracasado en los estudios, con más conocimientos que la CÍA al completo y muy inteligente aunque algo creído) y un amiga de ésta (sinceramente si la describo me cagaré en toda su familia... me amargó la existencia). En definitiva, éramos 8 personas, en una mesa, comiendo y discutiendo.

Después de la comida empezó el 'psicólogo' a contar anécdotas (traducción: las peores travesuras que hizo hará unos 50 años..): terrible, es impresionante la imaginación que tenían entonces los niños y el resultado actual que han dado para que una persona como él, aún así seguía denotando mucho respeto y acabé con tantas ganas de intercambiar una o dos frases con él con la esperanza de aprender algo nuevo sobre la vida, aunque sea a través de deducciones que pueda obtener tras tal conversación... Me echó la bronca.. LOL

¿Interesante el fin de semana? Para mí ha sido una verdadera tortura... xD

Saludos.

Recordad: Morded o Seréis Mordidos

    # Escuchando...  Kamelot; prologue

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