El chico de la fila
En una de esas escapadas que la ansiedad me obliga a hacer tanto para cambiar el ambiente por un rato de la oficina por el bullicio del centro, como por intentar conseguir algo que intente suavizar esa angustia que se me sube hasta el inicio de la garganta, he acabado comprando un par chuminaduras para tranquilizarme. Una vez en la mano, he ido tranquilamente a hacer cola en los cajeros y me he fijado que delante mío tenía un muchacho que tenía la perfecta combinación de futuro impresentable, tanto en actitud como en presencia. Estaba yo a lo mío, cuando veo que personajillo se me gira y me dirige la palabra, he tenido que enfocar todos mis sentidos porque no acababa de entender qué pasaba. A dos metros de la cola, había un stand con chicles y el chaval me estaba pidiendo permiso para ir a por chicles y no perder la posición de la cola. La verdad, esa sí no me la esperaba, ese chico con una pinta de soy el tío más chulo del planeta, me estaba pidiendo permiso para ir a dar dos pasos