Al jardín.
Ella sabe que si muevo la jaula, sólo puede haber un motivo real, toca lavarla, eso implica patio, libertad y juerga. Evidentemente, mientras la bajo por las escaleras ya está tan emocionada que no para de saltar, y como pesa tan poco la jaula (y es tan pequeña), es imposible que me desestabilice y estemos a punto de rodar escalones a bajo gracias a su impaciencia. Una vez estamos en el jardín, abro la jaula y por patas sale feliz y contenta a meter las narices en todo, mientras yo faeno (la muy jodida). Entre otras cosas, su afición primordial es volver locos a los gatos, siempre hay dos o tres chafardeando sus movimientos (foto ampliable): 1. Gato y chinchilla tan panchos cada uno a su bola. 2. Gato se da cuenta de que hay algo gris que se mueve. 3. Gato se acerca y huele la casita porque no reconoce qué coño es eso. 4. Gato alucina, la chinchilla ha desaparecido dentro de la casita. 5. BAMF 6. Gato flipando, la chinchilla tres metros ...