Trabajar en Navidad.
Muy (in)sentatamente decidí poner mis vacaciones fuera del período de navidad, y la verdad es que no me arrepiento, al menos no demasiado. Cuando coges el tren, este está vacío, hasta llego a encontrarme vanguardias en los asientos (por lo visto a primera hora de la mañana ponen un periódico en cada asiento para que el viaje sea más leve...). Cuando pillo el metro, puedo pasear de punta a punta tranquilamente sin tener que preocuparme en la estación de ponerme en la zona adecuada. En la oficina, hay espacio y tranquilidad, es más, he dejado de ser la chica margi, porque me han colocado cerca y a la hora de comer se acabaron las colas... Peeeeeero no todo es tan bonito, hay menos gente para repartir los marrones, ahora mismo andamos contra-reloj en un par de movidas y no puedo rendir como alguien experto y me siento mal. Por otro lado, antes iba mucho a mi bola, ahora tengo los malos hábitos de como tengo al jefe ce...