La chalada de amarillo y negro.
Es lo que tiene estar en una tienda de chuches, o estás haciendo todo el rato algo para poder distraerte, o tu mirada va directamente a esas cosas que tanto te gustan y tu mente dice que por una no pasa nada. Y otra, y otra y otra más, así que me he decantado por hacer alpinismo con una escalera bailaora echando chufis-chufis (léase limpiacristales) a los estantes mientras con la otra sacaba y metía peluches. Peluches... ¿¡peluches!? Y menos mal que no ha entrado ningún cliente cuando me he puesto a jugar con ellos, porque no es suficiente tener complejo de abeja con tu camiseta amarilla y tus pantalones negros, con ese fondo amarillento y los rebordes negros, como para que encima te vean haciendo equilibros en una escalera, con el limpia en una mano y en la otra haciendo corretear un peluche (con ruiditos tales como "wiiii" incluídos) de una punta a la otra del estante ya limpio.. A veces hasta entiendo por qué me toman...