De bruces con la realidad
Hace cosa de unas semanas, apareció una persona en mi vida con la cual empezamos un juego muy raro, totalmente indefinido que a los dos nos estaba bien. La diferencia horaria, social, educativa y de edad, más allá de ser un problema, resultó ser un soplo de aire fresco a una rutina totalmente enquistada y asfixiante. Poco a poco, con la tontería que nos llevábamos, fue pillando importancia y logrando atravesar esas capas de auto-protección que vas creando con el paso de los años. Tanta esa confianza, que ha logrado llegar a rozar las capas internas. Justo en ese momento, apareció un comentario estúpido, algo sin importancia que hizo alejarme de esa calidez de la complicidad ganada y esconderme otra vez en las sombras rodeándome de una maraña de espinas para evitar que se vuelvan a acercar. Triste es, pero no permito que ni familia, ni amigos, ni conocidos la pueden atravesar. De golpe, otra vez esa sensación de vulnerabilidad, que te ahoga hasta dejarte sin respirar. El cabreo fue in...