Obsesiones cíclicas

Soy una persona que tiene muchos problemas a nivel mental, soy alguien muy negativa, soy muy tóxica y soy muy auto-destructiva. Siempre hay un motivo por el cual me acabe arrepintiendo de mis actos y no pare de machacarme una y otra vez por cada paso que dé, no importa si es por haberlo hecho o dejarlo de hacer, la otra opción siempre será mejor. Todo eso se traduce en temporadas con el estado de ánimo por los suelos, donde la ansiedad y la depresión dominan mi mente y no hay manera de salir adelante.

Con el tiempo aprendí que si tenía la mente ocupada, o mejor dicho obsesionada con una afición, ese estado disminuía lo bastante como para hacer que mi día a día fuera más soportable. Esas aficiones las machaco tanto, que al final muchas veces acabo asqueadas de ellas.

Mi obsesión eterna (que a día de hoy no puedo abusar por la absoluta falta de tiempo), es la obsesión por la literatura en todos sus formatos, tanto lectura como escritura, tanto letra como dibujos: novelas, ensayos, comics, mangas... etc. Curiosamente, es la primera, la genuina y no es posible quemarla ya que es tan enorme la cantidad de material que hay, que siempre hay algo nuevo donde meter la nariz.

Derivada de la primera obsesión, aparecieron las satélites: figuritas, rol, series, películas... pero exceptuando casos muy puntuales nada me distraía lo suficiente, así que derivado de un compañero de trajo intenté inmiscuirme en el mundo de los puzzles. Dos puzzles después y toda la parafernalia adoptada, saqué la conclusión que era una pérdida de tiempo.

Por el camino, también se me cruzó el mundo de la belleza: desde cosmética hasta moda. La primera parte, se ha quedado en mi vida, la segunda va dando bandazos de un estilo a otro, totalmente contradictorios: dos años obsesionada con tacones, los dos siguientes con botas militares. De esta obsesión, he de admitir que da la sensación que se quedará bastante tiempo: por las mañanas no hay nada más relajante que pensar qué maldad me haré en los ojos. No es el resultado lo que me gusta, sino el proceso de crear y colorear. Una consecuencia indirecta de colorear ojos, vino la de colorear mandalas que pasó como los puzzles, en el olvido y a otra cosa.

Por medio de todo el caos de aficiones, siempre ha a parecido el gusanillo de la fotografía, pero o no tengo ojo, o no sé hacerlo. Sólo se me ocurre fotografiar animales, que está muy bien, pero al final es siempre lo mismo. No es necesario tener un maquinón para fardar de chinchilla en instragram, por lo tanto, otra afición dejada de lado con la excusa de no tener un espacio para poder editar las fotografías, admítelo, lo que pasa es que no te llena...

Y entonces es cuando apareció la joya de la corona, cuando ya creía que todo lo había probado y nada parecía funcionar, me vino el gusanillo de trastear con los videojuegos. Después de años de no tocar una consola, después de que ninguna fuera de tu me propiedad, un poco a la desesperada me animé a jugármela y adoptar una bajo consejo de amistades expertas. Menuda sorpresa, esto sí funciona. Es una fusión de muchas de las aficiones anteriores, ya que seleccionando los juegos correctos tienes una combinación perfecta para centrarte en algo que no sean tus problemas. Puede que no dure mucho (aunque ya van dos años y medio) o puede que sí. Sólo el tiempo dirá si acabaré pasando a otra obsesión, o volveré a una de las anteriores.

Recordad: Morded o Seréis Mordidos

    # Escuchando...  Rhapsody of Fire; Queen of the Dark Horizons

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