Se acabaron los collares.

Zenito ha llevado collar anti-parasitario desde la segunda semana o tercera que lo tuve en mis brazos, siempre ha tenido problemas con ellos pero no no de la forma habitual. Cuando era más peque tenía que dejárselo bien apretadito, porque sino el tío se las arreglaba para meter una de las dos patitas por dentro y la de morradas que se metía. El susto que me llevaba yo, porque daba la impresión que le había dado algo.

Siendo ya un porquito más mayor, pasó de meter la patita a meter la mandíbula de abajo y quedarse con el collar en la boca, espantado y asustado, empezada a arrearse zarpazos, automutilándose si podía. Pero como era un mini-gato, su fuerza no era comparable a la mía y conseguía pararle las patitas y soltarle el collar.

Como es así de bobo, por muy prieto que le pongas el collar, se sigue enganchando, con la dificultad que al estar más ajustado, no se lo puedes sacar. Hoy ha sido el acabose, ya no es un mini-gato, es un medio-gato con toda la fuerza bruta de un juguetón empedernido que no se sabe estar quieto. El resultado es que antes que lograra pararle los pies, ya tenía un buen chorretón de sangre en su cuello. El resultado: cortar el collar y la autopromesa más que lógica de buscar alternativas, como sprays o algún parche o algo. Porque claro, el tío sale a la calle, pilla bichos y los mete en mi cama, y como que no.

Puf.

Y no hablemos de cómo me ha dejado las manos... auch. Gato bobo. T_T

Recordad: Morded o Seréis Mordidos

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