Tesoros.

Nada mejor para acabar de deprimirme que sacar toda la mierda acumulada desde que hicimos las obras (otra que tela... ocho meses sin calefacción ni agua caliente, en pleno invierno). Tengo los armarios petados, desorganizados y ya tocaba, así que para empezar el curso con agobio y cabreo, esto es lo ideal.

Empiezo a abrir cajas de zapatos (donde guardaba mis 'tesoros') y me pregunto qué cojones pensaba cuando guardé todo eso, porque claro, eran cosas útiles en el pasado, pero en una caja perdida en el tiempo se pueden estropear. Una tras otra, van acabando con sus cosas en la basura, pero entre tanta mierda hay autéticos tesoros.

Cosas que ya dabas por perdidas, algunas que te hacen gracia como una especie de plastilina que bota (aún va bien, es increíble) o ese peluche que tanto adorabas de pequeña: la Hueleculos (un mono de color lila que estaba emparejada con Mario, un dragón rojo y amarillo que era de mi hermano... cosas de críos).

Hueleculos y Mario


Vino de francia, me lo trajo mi padre y aunque tengo muchos, lo recuerdo como el primero de toda mi amplia colección (ahora ya no hacen peluches como éstos).

No sé tal vez vale la pena amargarte varios fines de semana, para poder recuperar a ese mono y también al dragón, verles juntos y pensar tranquilamente que siguen haciendo tan buena pareja que cuando éramos pequeñajos. Eran nuestros héroes de todas las aventuras peluchiles, los únicos momentos que mi hermano y yo, no nos molíamos a palos.

Saludos.

Recordad: Morded o Seréis Mordidos

    # Escuchando...  In Extremo; Scraracuila.

Comentarios