El viaje de vuelta.

Y es que por primera vez realmente no me apetecía volver, eso hacía que temiera el viaje de vuelta y con motivo. Estábamos el Apestoso y yo en la estación de autobuses, cuando me empecé a encontrar muy mal, preguntamos que con cuánto retraso iba a salir, y fuimos a que me tomara algo para tranquilizarme y poder ir al baño.

Volvimos y a esperar otra vez, hasta que el autobus salió. Despedida ñoña y subirme, mientras él se quedaba ahí. Con pucheritos y miiiiis contínuos, me marché. El autobus en cuestión es un intermediario de otro que nos recoge en una gasolinera de la autopista. Ya éramos mucha gente en este, cosa que temía, y con razón. El porta equipajes, estaba petado (no, no es posible, esta vez no, que mañana trabajo, pues sí), subo y cabemos justos los que hemos llegado.

Y empieza la pelea, porque una señora se había puesto más adelante de su puesto, porque no le gusta viajar atrás. Media hora de chillidos contra el conductor, hasta que éste doma a los viajeros y obliga a recolocarse a todos para que vayan en sus asientos. Un segundo después arrancan motores y adelante. La siguiente hora, por detrás se oyen gritos de discusión mientras que los de delante reclaman una película (no es posible, no funciona el vídeo), empieza el dolor de cabeza.

Y llegamos a Zaragoza, y mi compañero se baja y me quedo los dos asientos para mí, doy gracias a los dioses. Me apoyo en mi guadaña de peluche nueva e intento dormir, sabiendo que me he de relajar, pero no dormir que pronto llega Alfajarín y me puedo desvelar. Llegamos, bajamos, subimos y la señora que quería ir delante ocupa mi puesto contiguo. Zorra. Otra vez en vela, el estómago vuelve a protestar, mareos y malestar. Mecagonsuputamdre. Dolor de cabeza, dolor de cabeza, silencio y llegamos a Lleida (Lérida), baja otro y seguimos el viaje.

Descanso extra porque tenemos un sólo conductor que se ha chupado cerca ya de 16 horas de autobus (la primera parada, hay intercambio de conductores, donde han bajado tres y ha subido uno), y necesita un buen descanso. Por culpa de eso: carabana a la entrada de Barcelona, lluvia y otras cosas.

Llegamos Cornellà, se bañan los que bajan. Llegamos a Hospitalet de LLobregat, se baja la guarra y mucha gente. Llegamos a Sants, me bajo yo, y para casa, pero antes he de buscar un baño o me desmayo. Subo al tren que me deja en casa a las 9.45 de la mañana, antes había avisado a mi madre que cogiera el coche. No iba a trabajar.

En casa.. después de avisar a mi jefe desde el ordenador de mi padre, me acuesto, son las 10 de la mañana, varias veces me despierto sudorosa y con malestar, pero me vuelvo a dormir. Alguien abre la puerta, es mi madre con una sonrisa de oreja a oreja, me pregunta qué tal y le contesto con qué hora es, son las 18 y mi mente está muy embotada, pero descansada.

Saludos.

Recordad: Morded o Seréis Mordidos

    # Escuchando...  The Prodigy; Hot Ride.

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