La loca del pueblo.

Estábamos en la plaza nosecuantos de Talavera de la Reina, cuando me puse a gimotear como un perro asqueroso. Estaba lloviendo y el apestoso rehuía del paraguas por miedo que le clavara uno de los hierros en ojo (ya había ido quitando las gotas del paraguas clavándolos en su cuello). Detrás nuestro había dos ancianos que vieron el espectáculo.

¿Qué te pasa ahora? Es que no me fío de ti, no me quiero acercar. Veeenga que me das mucha pena ¿vamos? Pues no, no vamos... pero ¡qué-te-pa-sa!

Poco a poco, asustado y vigilando mis movimientos (algo difícil porque al ser más baja que él me tapaba algo el paraguas), se fue acercando hasta que se metió debajo del paraguas. Acercó sus labios a mi frente y comenzó a sonar un pzzzz en su boca. Intenté atacar pero no tenía juego. Empecé a llorar más fuerte. Volvió a probar, pero esta vez cayó un suave beso con el que se me iluminó la cara y empecé a caminar con cara de cría ultra-feliciana. Di cuatro pasos, antes de romper a llorar otra vez.

No sé si he dejado marca en Talavera o ella en mí, pero esos viejos nos miraron con cara rara.

Saludos.

Recordad: Morded o Seréis Mordidos

    # Escuchando...  Avalanch; Sigue Así.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Locuraaas. Los góticos sois mu raaaaros.