Un fragmento...

(no desvelo nada)

   La campanilla sonó.
   - ¿Sí...? - Blert miró al cliente e hizo un enomre esfuerzo mental -. ¿Sí... señor?
   No era solo el jubón de cuero. No eran solo las muñequeras con tachones. No era solo el espadón. No era solo el yelmo con sus pinchos. Era el cuero y los techones y el espadón y el yelmo. Blert decidió que aquél cliente no podía pertenercer de ningún modo a la categoría uno o dos.
   La figura se quedó inmóvil, con aspecto inseguro y las manos apretadas convulsivamente, claramente incómoda con las situaciones de diálogo.
   - ¿Esto es una tienda de guitarras? - Preguntó.
   Blert paseó la mirada por la mercancía que colgaba de las paredes y el techo.
   - Ejem. ¿Sí? - dijo.
   - Yo quiero una.
   En cuanto a la categría tres, aquel cliente no parecía alguien muy acostumbrado a tomarse la molestia de recurrir a bombones o rosas. O ni siquiera a un "hola".
   - Ejem... - Blert cogió una guitarra al azar y la sostuvo ante él -. ¿Una como ésta?
   - Quiero una que haga blam-Blam-blama-BLAM-blammmm-uíiiiiiii. Ya sabe, ¿no?
   Blert bajó la mirada hacia la guitarra.
   - No estoy muy seguro de que haga eso - dijo.
   Dos enormes manos de uñas negras se la quitaron de entre los dedos.
   - Ejem, la está sosteniendo del rev...
   - ¿Tienes un espejo?
   - Ejem, no...
   Una mano peluda se alzó hacia el techo y luego se precipitó sobre las cuerdas.
   Los diez segundos siguientes fueron algo que Blert nunca querría repetir. No debería estar permitido que la gente hiciera aquello a un instrumento musical indefenso. Era como criar un pequeño poni, darle de comer y cepillarlo como era debido, trenzarle las cintas en la cola, proporcionarle un hermoso campo con conejitos y margaritas, y luego ver cómmo el primer jinete se lo lleva con espuelas y un látigo.
   Aquel bruto tocaba como si estuviera buscando algo. No lo encontró, pero mientas las últimas disonancias se desvanecían en el silencio, sus facciones se fruncieron en la mueca resuelta de alguien que está decidido a seguir buscando.
   - Sí, vale. ¿Cuánto? - preguntó.
   La guitarra se vendía por quince dólares. Pero el alma musical de Blert se reveló. No pudo contenerse.
   - Veinticinco dólares - espetó.
   Un pequeño rubí salió de las profunidades de un bolsillo.
   - ¡No puedo darte cambio de eso!
   El alma musical de Blert seguía protestando, pero su cabeza de hombre de negocios dio un paso adelante y flexionó los codos.
   - Pero, pero, por ese precio incluiré mi manual para guitarra y una correa y un par de púas, ¿de acuerdo? - dijo -. Tiene dibujos para saber dónde tienes que poner los dedos y todo lo demás, ¿de acuerdo?.
   - Sí, vale.
   El bárbaro salió de la tienda. Blert contempló el rubí que tenía en la mano.
   La campanilla de la puerta sonó. Blert alzó la mirada.
   Este no era tan terrible. Había menos tachones y el yelmo sólo tenía dos pinchos.
Soul Music - Terry Pratchett


Recordad: Morded o Seréis Mordidos

    # Escuchando...   Doro; Undying.

Comentarios

Okok ha dicho que…
Yo quieeeeeeeerooooooooooooo
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