Y cuando llego a casa...

Cuando llego a casa no hay un nescafé capuchino ni mierdas por el estilo, sino que me encuentro con estas tres encantadoras cosas peludas:

Cuando llego a casa cualquier de ese par de chaladas, está esperándome, una en la puerta trasera (la gata) y la otra enganchada desesperada en los barrotes de la jaula (la xinxilla). Tanto a una como a la otra las cojo, las hago 'rabiar' (cariñosamente, malpensados) y finalmente, les dedico un rato de mi tiempo libre (aquél que se dice 'tiempo para mí') disfrutando de sus tonterías, de sus jueguecitos y sobre todo saciando todos los deseos de mimos con los que las he malacostumbrado. x'D

Un día de estos, mi madre me encontrará ronroneando y durmiendo en la cama con este par (si consigo que no jueguen todo el rato al gato y al ratón, donde a veces la gata es el ratón o la xinxilla, todo depende de quién ha empezado a seguir a quién).

Si eso no fuera poco, al acabar el día aparece (como diría Erika Konstantin) 'el único ser del sexo contrario capaz de dormir impune en mi cama', un peluche que les mangué a los niños de la clase de P-4 de hará varios años, cuando me encariñé con él. Mi madre se olvidó de restituirlo, que junto al resto de monigotes que trajo de la clase en cuestión para lavarlos, y bueno, aún está a mi lado...

Estas tres bolas peludas y achuchables, junto a otros trastos 'frikis' son la alegría de mi vida. Para qué coño quiero novio o hijos, teniendo a una xinxilla chalada, una gata mimosa empedernida y un peluche que me hace compañía cada noche.

Saludos.

Recordad: Morded o Seréis Mordidos

    # Escuchando...  Platero y tu; esta noche yo haría

Comentarios